Carta en una botella 4
L.S, Hoy he vuelto frente a la pantalla, con el corazón estrechado al cerebro y la razón en la dominancia de aquello que no es cognoscible. No he hecho sino eso, pensar en vez de sentir, y aún así, mis pensamientos también van hacia ti, aunque con distintas formas. Te lo pregunté hace poco ¿Por qué seguir leyéndome? Pero, también en mis profundidades, la pregunta giró hacia mí ¿Por qué seguir escribiendo? Quien escribe proyecta sobre el papel, nadie que haya plasmado algo realmente ha sido dueño de aquello que escribió; fuera de los odiosos libros posmodernos de autoayuda o demás despropósitos, cada novela, cada poemario, cada ensayo, no le ha pertenecido nunca a su autor. Quienes escribimos somos posesión de lo que escribimos, somos esclavos de nuestras ideas y anhelos, somos inconscientemente arrastrados por ellos hasta que toman la forma de historias o cartas y eso, L., eso me asusta muchísimo. Te preguntarás el porqué de aquel temor, de aquella huella del miedo, de aquel...